La Ópera Garnier de París desveló uno de sus grandes tesoros artísticos tal día como hoy del año 1964. Cuatro años antes el ministro francés de Asuntos Culturales, André Malraux, había adoptado una decisión arriesgada: encargar la decoración del techo de la Ópera Garnier al pintor Marc Chagall. El artista de origen ruso había desarrollado un estilo pictórico expresivo y colorista en el que la influencia de las vanguardias se combinaba con el interés por las tradiciones religiosas y populares judías. El encargo despertó polémica entre los sectores más conservadores que temían la intervención de un artista vanguardista en el veterano edificio decimonónico. Para la realización de los diversos paneles que integran la obra (un gran panel circular central y doce que le rodean), Chagall se inspiraría en el legado musical de compositores como Verdi, Bizet, Beethoven, Gluck, Moussorgski, Wagner, Rameau, Debussy o Mozart.