Cuando miramos hacia arriba, todas las estrellas que vemos se encuentran en nuestra galaxia en espiral, la Vía Láctea. La Vía Láctea contiene todos los planetas alienígenas vistos por los humanos y, probablemente, miles de millones más existen en la galaxia.
En una noche oscura, el denso plano de la Vía Láctea serpentea como un lazo sobre el cielo. En una noche muy oscura, en zonas sin contaminación lumínica, ese lazo está salpicado de tantas estrellas que es posible ver las oscuras nubes de polvo y gas en las profundidades del espacio que ocultan su luz. Esas nubes son tan prominentes que los aborígenes australianos observaron cómo creaban la forma de un emú.
Nuestro hogar galáctico es uno entre trillones de galaxias en el universo. Los científicos llevan estudiándolas fervientemente casi un siglo, desde que Edwin Hubble descubrió que la vecina Andrómeda no era una simple nebulosa cercana, sino una galaxia por derecho propio. Y sin embargo, los humanos todavía intentamos desentrañar los secretos de nuestro hogar galáctico y saber cómo encaja en el tapiz del universo.