Tal día como hoy de 1961 tuvo lugar uno de los episodios más sonados de la escena artística internacional durante la Guerra Fría. La compañía del Teatro Kirov de Leningrado se disponía a embarcar en el aeropuerto parisino de Le Bourget con destino a Londres tras haber realizado unas funciones apoteósicas en la capital francesa. Cuando la compañía se disponía a embarcar su bailarín principal, Rudolf Nureyev, burló la vigilancia de los guardias de la embajada soviética y saltó la barrera de seguridad gritando en inglés «¡Quiero ser libre!». Inmediatamente fue conducido por dos gendarmes a la comisaría del aeropuerto donde, pese a las protestas de los guardias soviéticos, comenzaron los trámites para concederle asilo político. Nureyev, de 23 años, había decidido actuar así después de que le fuese comunicada la orden de Moscú de regresar inmediatamente a la URSS. El joven bailarín, que era ya una leyenda en su país, jamás volvería a Rusia.