Pocos meses después de que en enero de 1556 Felipe II sucediese a Carlos V al frente de la Monarquía Hispánica, el nuevo rey hubo de enfrentarse a un nuevo escenario bélico: el que le enfrentó con el Papa Paulo IV en los territorios italianos de la Monarquía. El pontífice contaba con el apoyo del rey de Francia, Enrique II, que vio en su alianza con el Papa la posibilidad de reanudar las guerras con España. Así, el rey galo envió un poderoso ejército a Italia bajo mando del duque de Guisa que invadió el reino de Nápoles. En ese contexto, el día 10 de agosto de 1557 se produjo el enfrentamiento entre franceses y españoles en San Quintín (Francia). Los primeros bajo mando del almirante Coligny, y los segundos bajo el de Manuel Filiberto de Saboya. La batalla, una de las más famosas del siglo XVI, se saldaría con una rotunda victoria de los españoles.